martes, 20 de abril de 2010

Volver A Comenzar

No entiendo nada, Washington, billete de ida, Julie llorando, secretos... Es muy raro, sobretodo ahora que su querido bufete está tan en alerta... Compruebo haber cerrado el coche y busco las llaves en el bolso mientras anoto mentalmente que debería tomar en consideración el frío que hace en Gran Bretaña. Cuarenta y cinco llaves unidas a un llavero, perfecto, ahora sólo me queda adivinar cuál de todas es la de la puerta principal... y mientras tanto sigo desconcertada, no consigo conectar el viaje con ningún acontecimiento reciente. Intentaré llamarla cuando llegue, supongo.
-¿Necesitas ayuda?- interrumpe mi soliloquio una voz rasposa de acento irlandés. Me giro sorprendida.
-Lo agradecería la verdad, estoy en casa de mi amiga y tiene como mil quinientas llaves y hace un frío que me muero y...- lo que me faltaba, hablar mucho y rápido
-Ya veo, ya veo- responde cortándome, por lo visto él también tiene frío- Déjame a mí
Observo su muy acertada vestimenta para el clima mientras en dos milésimas de segundo encaja una llave que abre sin problemas la puerta.
-¿Estás bien?- sus ojos grises se cruzan con los míos, hace unos momentos que espera que pase delante de él por la puerta mientras yo sigo petrificada- Hace frío aquí fuera...
-Oh si, perdona- entro a trompicones en el portal y pulso el botón del ascensor- A ver si me aclaro con la llave de la puerta ahora
-Para el portal podrías probar la más grande de todas, esta casa es antigua y no hay llaves parecidas
Estamos solos en el ascensor mientras se cierran las puertas, definitivamente consigue hacerme sentir estúpida...
-Tienes razón, no sé cómo no lo he pensado antes- digo empujando la puerta cuando llegamos al primer piso, me giro y le miro a los ojos otra vez, le sonrío- Soy Adriana, encantada.
Gruñe algo parecido a "mucho gusto" sin decirme su nombre mientras se cierran las puertas del ascensor y su despeinado pelo castaño oscuro y su ceño fruncido desaperecen de mi campo visual. Creo que no estoy en el lugar adecuado, el carácter de estas islas no acaba de convencerme; estoy prácticamente segura de que es culpa del mal tiempo. Cuando vivía en Italia, la gente era educada y alegre... Sacudo la cabeza mientras abro la puerta (y acierto con la primera llave). Sigo sin entender nada y eso hace que me duela la cabeza; me descalzo y voy directamente a la cama, largo primer día... dejaré el móvil encendido por si recibo noticias de Ju.


Si volviera a comenzar,
no tendría tiempo de reparar
el agua derramada está
la sed que siento no saciará

¿Cuantas cosas más puedo guardar?
¿Cuantas cosas puedo atesorar?
Dulce tentación de dejarlo todo

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